De la síntesis electroacústica y las interfaces
Al avantgarde de ruidos modulares
Una mezcla y sustancia espacializada
Multicanal, multimodal, multifacética

De una música anterior, surgen nuevas eras
De máquinas analógicas, surgen ánimas espectrales
Poesía electrónica que vuelve a resonar, a latir

Nuevas direcciones para las olas sonoras invisibles
…pero de un sonido contundente, que detona una nueva perspectiva

Estas piezas futuristas de Antonio Russek
Son músicas instrumentales que trascienden el contexto
Siguen sonando, como el arte sonoro prístino.
Como pasos casi fantasmales, experimentales, firmes
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ESP_ Antonio Russek es un compositor de música electroacústica. Activo desde principios de la década de los setenta, consolidó una creación que aconteció sigilosamente en México desde esa época, con un trabajo fundacional en los primeros laboratorios de experimentación electrónica. Como artista, tuvo pulsos dentro de los panoramas, emergentes escenas alternativas, subterráneas, académicas y ruidistas; desde un lugar como músico experimental y productor que desembocó en un interesante involucramiento como curador del Festival Internacional de Música Nueva y también masterizador de Opción Sónica, en sus primeras dos décadas activo. Como artista empapado en las corrientes de la música concreta y experimental, realizó algunos de los primeros acercamientos de música por computadora en México y la obtención de sonidos electrónicos, recurriendo a objetos construidos o intervenidos por él, generando una gran complejidad y riqueza en la integración de diversas músicas con alta tecnología.


El trabajo de Antonio Russek, además de pasar por la unión entre procesos acústicos y medios tecnológicos, desembocó en la fundación de laboratorios y un estudio independiente en la Ciudad de México, llamado Centro Independiente de Investigación Musical y Multimedia (CIIMM). Proveniente de Torreón, Coahuila, al norte del país, Antonio realizó diversas labores: desde la preservación de materiales sonoros, la dirección de encuentros de música nueva; la creación de paisajes musicales y varios procesamientos aurales situados en espectros tanto colaborativos como multidisciplinarios. Entre ellos, su obra ha abarcado la danza, el teatro, el cine-documental, la instalación o piezas efímeras; la ingeniería y el ensamblaje de materiales propios, así como el tratamiento sonoro, producción, mastering y curaduría de obras de otros artistas, a lo largo de dos décadas, previas a la elaboración de esta música. En su momento colaboró con algunos de los compositores de música electroacústica más relevantes del ámbito mexicano e internacional, tales como Julio Estrada, Mario Lavista, Raúl Pavón, Roberto Morales Manzanares, Vicente Rojo Cama, Jean-Étienne Marie, Jean-Claude Éloy, Francois Bayle del GRM e incluso Iannis Xenakis, quien lo invitó a Francia a trabajar en la máquina UPIC con un grupo de jóvenes compositores. Ahí compuso una pieza que quedó documentada en su publicación anterior Obra Reunida (CMMAS, 2015). Por varios de estos motivos, se trata de una música que ha dejado una discreta pero profunda huella en otros creadores, múltiples artistas y contemporáneos de la época.

Su trabajo dio nuevas olas a las corrientes de vanguardia. Más allá del accionismo, el movimiento Fluxus o el dadaísmo, la creación en Latinoamérica era menos habitual si bien rigurosa: el procesamiento sonoro y tímbrico de artistas como Antonio Russek, revela una escucha y búsqueda minuciosa por medio de la exploración, construcción de instrumentos y osciladores, siendo un precursor en México junto a contados artistas que desarrollaron las primeras creaciones con tecnologías electrónicas. Algo interesante de la constelación del disco doble de Antonio Russek y la pieza “Mandala”, es atestiguar el trabajo de un artista de vanguardia y transmediático en toda la extensión de la palabra, que creó sonoridades ricas en detalle y de alta complejidad, empleando estilos tecnológicos inéditos en el ámbito mexicano y una producción distinta para los estándares de la época. Un hito dentro de los mares de sonido que tuvieron vida en espacios públicos como el Museo de Arte Contemporáneo, Museo de Arte Moderno, el Centro Histórico y los primeros laboratorios del sonido. La música desemboca en nuevas visiones.


Esta recopilación es más que la materialización de un disco con cuidadosa técnica y musicalidad. Cada una de sus piezas son historias dentro de la mente y el imaginario de este músico, que evoca también distintos paisajes que van desde el ruido y la acusmática, navegando ritmos desenfrenados de la unión entre la máquina y lo humano, hasta cristalizaciones cálidas y concisas con luminosas composiciones y vaivenes, que además generaron encuentros con otros músicos y con una serie de multidisciplinas tales como el cine-documental, la danza, el performance, hasta la pintura y otras colaboraciones musicales que ahora toman forma de álbum. Muchas de las piezas fueron creadas cuidadosamente en sistemas multicanal y ahora se tornan hacia enfoques específicos, que retienen su espacialidad mediante una mezcla especial en estereofonía, creando mundos electrónicos únicos que merecen toda la atención de los sentidos y de una escucha a fondo. Se trata de un material doble que recorre algunas piezas destacadas de su obra a lo largo de las últimas dos décadas, siguiendo una trayectoria de casi ya 50 años.

Así, se le vuelve a dar resonancia de estos once temas, presentados de forma efímera en sus años de creación y listos para ser apreciados nuevamente en toda su sonoridad, con una adaptación que originalmente iba de los 5.1, 8 y hasta 24 canales de base, esta vez reteniendo su espacialidad en una meticulosa mezcla estéreo, realizada por el propio Antonio Russek.

Crepúsculo / Alba es un compilado en dos volúmenes que contiene algunos de los momentos más interesantes de varias piezas sonoras inéditas del periodo 2000-2020, retratando en especial momentos de las etapas acusmáticas. El material representa los ejes principales de la música electrónica experimental y electroacústica: pasando también por la música concreta, sonidos preparados y procesados desde objetos y materiales físicos, hasta su procesamiento electrónico, llegando a fenómenos que parecen azarosos pero tienen cierto orden, como la música estocástica. Este es un trabajo pionero de algoritmos programados por el compositor, mucho antes de la era de la música digital, el auge de la inteligencia artificial o la electrónica popular de estos días. Lo resultante ahonda en composiciones con elementos acústicos, procesamientos tecnológicos, timbres extendidos y tonalidades no habituales para la música de su tiempo. Russek consolida, a través de este compendio de la segunda mitad de su carrera, un trabajo importante dentro de la música electrónica en México, creada con objetos sonoros construidos por él, como su cajón electroacústico, sintetizadores modulares y sistemas multicanal.


Así moldea y conceptualiza piezas sonoras que trascienden los parámetros de la propia música académica, a través de la unión entre la resonancia acústica y elementos electrónicos. Ambos lados de este cuerpo de trabajo sorprenden por sus ritmos, alta profundidad y gran cuidado en el detalle aural, también permeados por la amistad de Antonio Russek con el artista gráfico Vicente Rojo Almazán, padre de su entrañable amigo Vicente, homenajeando los momentos de sinergia audiovisual entre ambos. Varias de estas piezas conforman una faceta misteriosa, avanzada y poco conocida de la música electrónica mexicana.

Lado I: Crepúsculo
Anochecen:
01. “En Círculos I” (2003)
02. “En Círculos II” (2003)
03. “Storm” (2004)
04. “Cuatro Elementos” (2011)
05. “Cinco Piezas Breves” (2014)

Lado II: Alba
Amanecen:
01. “In Extremis” (2002)
02. “Divertimento” (2002)
03. “Balabu” (2003)
05. “Pandemia” (2020)
07. “Teopanzolco” (2017)